Ser un jubilado viajero, y no morir en el intento
Desde luego, el perfil del turista actual ha cambiado mucho en este tiempo, desde que el turismo se convirtió en un negocio que, actualmente, mueve millones de cualquier moneda que se te ocurra y se ha vuelto un motor para la economía de la gran mayoría de países. Hemos pasado de que fuera una actividad sólo para la clase alta y con dinero, a ser una especie de recompensa para la que ahorramos todo el año, lo que obsequiamos a nuestros hijos por sus buenas notas, y a convertirse en la actividad preferida por nuestros mayores.
Y es que ahora tenemos una generación de abuelos y abuelas a los que bien podríamos llamar los trotamundos de la tercera edad. Eso de convertirse en turista a la edad de la jubilación se ha convertido en todo en un clásico, aunque, en honor a la verdad, hay que dar el mérito a quien lo merece: y es que hace años los distintos gobiernos debieron ser visionarios y saber que algo así pasaría, porque crearon el Imserso y sus famosos viajes. Debieron pensar sin duda que nuestra tercera edad se convertiría en una panda de ancianos y ancianas que iban por ahí descubriendo nuevos lugares, tal como ya hacían los abuelos de Alemania y Reino Unido.
Así que se puede decir que los viajes de nuestros jubilados y jubiladas sin duda son una de las formas de hacer turismo más apreciada por nuestra sociedad. Ojo, tengamos en cuenta que nuestra generación de ancianos no tiene mucho ya que ver con lo que era antaño; porque oye, las personas sesentonas no se parecen en cada a las del siglo pasado, ni siquiera a las de hace 50 años. Y apostando a que tampoco se parecerán en nada a las de que estarán aquí dentro de otro medio siglo, se puede deducir que el sector viajes para personas mayores tiene todavía mucho que recorrer.
A mí, en lo personal, me encanta ver a esos grupos de viejos que recorren tan tranquilamente en autobús todos los rincones de España, y que ahora se montan en aviones y se hacen miles de kilómetros para visitar países al otro lado del mundo. Y además, tengo que confesar que ni debilidad son sin duda alguna esas ancianas cachondas, que parecen dejar pudores y vergüenzas en sus casas, o como mucho en la maleta de su hotel. Después de ver un montón de viejas follando gratis en el porno online, pensaba que eso no tenía nada que ver con la realidad, pero oye, bien que me equivocaba, y lo sé por experiencia propia. Siempre nos han dicho que hay que diferenciar entre la pornografía y la vida real, que lo que pasa en los videos xxx nada tiene que ver con el día a día de las relaciones sexuales… pero yo no estoy tan seguro. Porque bien que he visto a un montón de turistas jubiladas yendo detrás de jovencitos, u hombres maduros, desconocidos o no, incluso de los guías de los viajes; y después, si andas preguntando a aquellos que han estado cerca de ellas durante su estancia, te dicen lo mismo: unas señoras mayores y calientes que por poco no dejan títere sin cabeza, y en muchos casos, ni siquiera les preocupa que sus maridos estén cerca.
No quiero yo decir que todas las abuelas que viajan sean así, pero pensándolo bien, ¿qué tendría de malo? Es de alegrarse que nuestra tercera edad tenga tantas ganas de divertirse como cuando eran más jóvenes, y que se mantengan así mucho más tiempo; eso nos da una idea de lo que seremos nosotros dentro de unos años. Bien, dejemos de lado casadas infieles, que sí que puedan quizá ser objeto de críticas; pero está claro que hay solteras, viudas y divorciadas que han llegado a la edad de su jubilación casi sin haber disfrutado de la vida, y ahora tienen la oportunidad de hacerlo, aquí o en el extranjero… ¿Por qué tendría que ser eso un problema? Al fin y al cabo… siempre se les puede rechazar, aunque creo que cada vez es más difícil.